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Taller de Medios de Comunicacion
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ESCUELA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Este espacio es un lugar de conocimiento creado por quienes trabajamos en la materia Taller de Medios de Comunicación. Invitamos a profesores, alumnos y quienes estén interesados en todo aquello que se relaciona con el análisis de medios, su relación con la escuela y la comunidad a participar y compartir esta experiencia maravillosa...
Bienvenidos
Libertad de pensamiento y expresión...
"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones o ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier procedimiento a su elección"...
(Pacto de San José de Costa Rica, Convención Americana de Derechos Humanos, Artículo 6, 1984).
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(Pacto de San José de Costa Rica, Convención Americana de Derechos Humanos, Artículo 6, 1984).
26 mar 2012
1 jun 2011
Breve historia del periodismo en la Argentina
7 de Junio: Día del Periodista
El Día del Periodista fue establecido en recuerdo del primer periódico de la etapa independiente argentina. El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la “Gazeta de Buenos Ayres”, órgano de prensa de las ideas patrióticas y algo así como el “Boletín Oficial” de la Primera Junta. Sus redactores fueron nada menos que Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
“Una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las medidas que acuerde para consolidar la grande obra que se ha principiado, una sincera y franca manifestación de los estorbos que se oponen al fin de su instalación y de los medios que adopta para allanarlos, son un deber en el gobierno provisorio que ejerce, y un principio para que el pueblo no resfríe en su confianza, o deba culparse a sí mismo si no auxilia con su energía y avisos a quienes nada pretenden, sino sostener con dignidad los derechos del Rey y de la Patria, que se le han confiado. El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir los delitos.”
Extracto de la editorial de La Gazeta de Buenos-Ayres, 7 de junio de 1810
Un repaso a las primeras publicaciones que existieron en el país, y su importancia en la vida política y social de la Argentina. La Gaceta de Buenos Ayres y el punto de partida del periodismo nacional y sus efectos en el proyecto emancipatorio. La Gazeta de Buenos Aires Cuando el 7 de junio Mariano Moreno publicó la primera edición de “La Gazeta de Buenos-Ayres” estaba marcando un hito en el comienzo de la prensa argentina. Aunque este reconocimiento se le otorgó oficialmente en 1938, cuando en Córdoba decidieron que gracias a esa fundación el 7 de junio pasaría a ser el día del periodista en honor al primer periódico de la etapa independentista argentina. Cabe destacar que la importancia de “La Gazeta de Buenos Ayres” tiene su fundamento principal en que este periódico se convirtió en el vocero de la Revolución. Además contaba con la participación de algunos de los hombres más importantes del momento y de las plumas más sagaces. Entre otros contó con la participación de: Mariano Moreno, Juan José Castelli, Bernardo de Monteagudo, Deán Gregorio Funes, Pedro Agrelo, Vicente Pazos Silva, Nicolás Herrera, Manuel José García. La prensa antes de 1810 Don Agustín Garrigós editó, el 8 de Enero de 1781, un noticiero titulado Noticias recibidas de Europa por el Correo de España por vía del Janeiro. Poco más tarde, hacia el 19 de Mayo del mismo año, fue editado otro noticiero, titulado Extracto de las noticias recibidas de España por la vía de Portugal. Esas fueron las primeras palabras publicadas en el Río de la Plata. Algunos años después, exactamente el 6 de Noviembre de 1800, el Virrey del Río de la Plata, marqués Gabriel de Avilés y del Fierro, expidió la autorización solicitada por Cabello y Mesa para fundar en Buenos Aires una Sociedad Patriótica, Literaria y Económica, donde se permitía la edición de un periódico titulado Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiógrafo del Río de la Plata. La publicación comenzó a circular el 1º de Abril de 1801. El ejemplar, que tenía la forma de un cuadernillo de veintiún centímetros por quince, constaba de ocho páginas. El 19 de Septiembre de 1802, un mes y medio antes de la desaparición del Telégrafo apareció en Buenos Aires el primer número del titulado Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, fundado por Juan Hipólito Vieytes. La publicación tenía como principal fin tratar los problemas del país. El último número del Semanario fue publicado el 11 de Febrero de 1807. Hay además otros periódicos, y su proximidad temporal a lo que después sería la Revolución de Mayo, marcan tendencias diametralmente opuestas. Por un lado la “Gaceta del Gobierno” que apareció el14 de octubre de 1809 hasta el 9 de enero de 1810, y era un boletín informativo editado por el Virrey Cisneros con el objeto de hacer conocer documentos oficiales y transcripciones de artículos publicados por periódicos españoles. En contraposición a la gaceta oficial, encontramos el llamado “Correo de Comercio” aparecido el 3 de marzo de 1810 y que dejo de salir el 6 de abril de 1811. Este periódico dirigido por Manuel Belgrano se presentaba como “una acusación contra el gobierno español.” Otros periódicos y escritos de la época fueron: “El Censor” (7 de enero de 1812 - 24 de marzo de 1812) Moderadamente opuesto a la prédica de Monteagudo. “Mártir o Libre” (29 de marzo de 1812 - 25 de mayo de 1812) dirigido por Bernardo de Monteagudo, era opositor al gobierno. “El Grito del Sud” (14 de julio de 1812 - 2 de febrero de 1813) No hay registro cierto de quien era su director, pero se presentaba como “El pensamiento y la razón han recobrado su libertad y su energía y podrán ser aplicados en el adelantamiento de la industria y de las ciencias”. |
Noticias de Mayo
¿QUÉ PASÓ EL 25 DE MAYO?
25 DE MAYO: UN DÍA CLAVE
EN LA JORNADA DEL 25 DE MAYO SE HA CREADO UN NUEVO CENTRO DE PODER.
Al día siguiente del Cabildo Abierto, se ha actuado rápidamente y se ha elegido al propio virrey Cisneros como presidente de la Junta.
Al enterarse, los criollos volvieron a reunirse en la plaza y presionaron hasta que el virrey debió renunciar a la Junta.
El Cabildo discutió nuevamente quienes integrarían este nuevo gobierno y finalmente la Junta quedó conformada así:
PRESIDENTE: Cornelio Saavedra.
SECRETARIOS: Mariano Moreno y Juan José Paso.
VOCALES: Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Manuel Alberti, Juan Larrea, Domingo Matheu y Miguel de Azcuénaga.
Hacer periodismo durante la etapa de la disolución nacional
El curso de la década de 1820 estará enmarcado por la imposibilidad de alcanzar una organización política estable y duradera y por la ruptura de relaciones entre el gobierno central y las proto-provincias. Fue Bernardino Rivadavia, primero como ministro de gobierno de Martín Rodríguez y después durante su corta presidencia, quien impulsó la instauración de ideas y medidas que tendieran a consolidar una república centralista dirigida por “gente decente”. Ser parte de la gente decente implicaba contar con vivienda en el espacio urbano, participar de las asociaciones políticas de la época, concurrir a los cafés donde se discutían ideas y se vislumbraban decisiones, compartir lugares de esparcimiento –alameda, teatros-; es decir, participar en el ámbito público. Desde esta mirada, periódicos como El Iris Argentino (Mendoza) y los porteños El Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires (1821), El Centinela (1822-23), El Ambigú (1822), El Ciudadano Imparcial (1823), El Mensagero Argentino (1825-27) y, en particular, El Argos de Buenos Aires (1821-25), argumentaban que ante la falta de un cuerpo ciudadano, de una cultura ilustrada y de un desarrollo económico a la altura de los europeos era difícil consolidar una opinión pública que pudiera legitimar el régimen iniciado por la Revolución de Mayo. Los artículos incluidos en estos periódicos favorecieron la unificación de la nación mediante la instauración de una república capitaneada por la élite porteña, considerada como la única experimentada y con la preparación necesaria para encarar esa tarea. Además de noticias políticas y económicas locales e internacionales, sus redactores dedicaron largos párrafos para exaltar los principios liberales de libertad e igualdad y a delinear patrones estéticos progresistas y civilizadores.
Años después de la Revolución de 1810, las cosas no estaban en calma en el Río de la Plata. Como resultaba lógico en una ciudad como Buenos Aires, los periódicos pasaron a ocupar un lugar muy importante, tanto en los difíciles días de 1820 como en la etapa rivadaviana. En ese lapso aparecieron varios órganos de prensa que tuvieron distinta duración.
“La Estrella del Sur” se definió de manera adversa al ideario federal y entusiasmándose con la idea de un gobierno ilustrado de tendencia unitaria. “El Año Veinte” fue otro periódico que fue acusado de promover la anarquía por su tenaz defensa del grupo unitario.
Por otro lado, desde las provincias surgieron voces que defendían la causa federal, como fueron la Gazeta de Mendoza y El Tucumano Imparcial.
La prensa, a pesar de hacer alarde de libertad y respeto, se destacaba por los ataques directos a los grupos que consideraba adversarios. Se trataba de un periodismo de opinión más que de información, donde los debates eran constantes. Algunos periódicos fueron suspendidos debido a la crudeza de sus palabras y a la impetuosidad con que se manifestaban.
Los órganos impresos en “papel de trapo”, en distintos formatos y con diferentes tipografías, eran armas de grueso calibre.
La obra de Francisco de Paula Castañeda
Uno de los más conocidos representantes de los medios escritos de esta década fue el fraile Francisco de Paula Castañeda. A través de diversos órganos, algunos sólo de unas pocas páginas y otros más extensos, este redactor, fue uno de los pocos hombres que interpretó con lucidez e inteligencia a la sociedad de su época.
El primero de los órganos fue El Teofilantrópico al que siguió el Gauchipolítico aparecidos entre 1820 y 1822. Tuvieron ambos dos focos de combate: las ideas enciclopedistas y la federación, que para este autor, estaban dando vuelta a la sociedad. Insistió en la defensa de la Iglesia, de la educación y la libertad de expresión. Frente a él, arremetieron los periódicos rivadavianos, especialmente por los cambios operados en materia religiosa. El Centinela era uno de los medios más reconocidos de este grupo, que defendía las medidas tomadas por Rivadavia.
Órganos moderados y de variados objetivos
A pesar de las arengas y enfrentamientos políticos, surgieron algunos periódicos moderados, que se mantuvieron fuera de los ataques. Uno de ellos fue, El Argos de Buenos Aires que surgió en 1821. Decía en su primer número: “La publicación de un periódico en Buenos Aires, ha sido durante la Revolución obra sumamente fácil; más su consistencia o estabilidad no ha sido posible conciliarse ni aún en las épocas en que más han florecido. Ofrecemos a la provincia este periódico de un modo que guarde consonancia con su título: El Argos de Buenos Aires, y procuraremos, en cuanto penda de nuestros propios arbitrios, escaparlo del naufragio de la costumbre.”
Con una clara influencia europea, este diario, procuraba tener mil ojos para retratar la realidad. Distintas secciones informaban sobre los sucesos del país y del exterior, se ocupaban de cuestiones entonces muy en boga como el crédito público y la aplicación de los derechos de aduana, las cuestiones atinentes al ejército de la provincia, la defensa de la frontera contra los indios, noticias policiales, material ameno y avisos.
A 13 años de la Revolución de 1810, inició su labor otro periódico moderado y culto: El Teatro de la Opinión, cuyo tema central fue la política. También encontramos para la época, periódicos específicos, dedicados a temas como la agricultura y la ganadería, como fue El Boletín de la Industria, o El Patriota, sobre cuestiones económicas.
En 1823, comenzó su labor un órgano que tendría larga vida. Se trataba de La Gaceta Mercantil que se publicó sin interrupción entre el 1º de octubre de 1823 y el fin del régimen rosista. Entre sus méritos se destaca el de haber sido el primer cotidiano con que contó el país.
En 1824, dos diarios más continuaban su labor: El Nacional y El Argentino. El primero de tinte unitario, el segundo vocero del partido federal. Ambos trataban asuntos políticos locales, pero también dedicaban páginas a los asuntos exteriores. En este contexto, frente a la Guerra con Brasil, los periódicos siguieron con su rol de combate, a pesar de que muchos de ellos tuvieron breve existencia.
A finales del gobierno de Rivadavia, en 1828, muchos periódicos se quedaron sin recursos. Algunos de ellos, utilizaban imprentas del Estado y hasta empleados públicos de diversas áreas en la redacción de las notas.
El periodismo en la época de Rosas
“El poder ejercido por Rosas y la uniformidad que impuso al pueblo motivaron que a poco de subir al gobierno se iniciara un éxodo gradual de intelectuales, opositores desde un comienzo a su sistema político. A estos emigrados que se exiliaron en los países limítrofes se los conoce con el nombre de proscritos. Las sucesivas expatriaciones de elementos opositores privaron al país durante largos años del aporte cultural de esos hombres ilustrados; por ese motivo, se ha dicho que en Buenos Aires no hubo actividad literaria en el trascurso del período” De Angelis, P.
Tal situación se revertiría durante la etapa de Juan Manuel de Rosas (1828-52), cuando en los periódicos la voz cantante fue la del federalismo. La Argentina (1830), El Látigo Federal (1831), El Cometa Argentino (1831-1832), El Rayo (1833), pero sobre todo La Gaceta Mercantil (1823-1852), fueron periódicos que defendieron la política oficial y criticaron las publicaciones opositoras considerando que no ofrecían materia ni para censurarlas y que adolecían de la manía de prodigar ciertas palabras y frases tomadas de autores extranjeros contemporáneos, que sonaban bien, pero expresaban poco. El lenguaje utilizado por los redactores era sencillo y buscaba ser accesible a toda la sociedad -sobre todo a los sectores trabajadores que en su mayoría eran iletrados-, de manera que la acción gubernativa y las ideas que la sustentaban tuvieran gran publicidad y concitaran la adhesión de la población. El ministro británico Henry Southern diría de La Gaceta Mercantil: “[...] está directamente bajo su supervisión (la de Rosas) [...] es leída diariamente en todos los rincones del país por las autoridades de distrito; el juez de paz la lee a los civiles, y los comandantes militares a las personas conectadas con el ejército”.
“Carta de Southern a Palmerston” reproducida en John Lynch, op. cit., págs. John Lynch, Juan Manuel de Rosas: Argentina 1829-1852, Madrid, Mapfre, 1993, p. 323-324.
En esta época surgieron periódicos como La Moda (1837) gacetín semanal abocado temas culturales como música, poesía, literatura, costumbres tomando como referente a las corrientes europeas. Fue una continuación de las actividades del Salón Literario, -inactivo por entonces- y tuvo como colaboradores a Juan Bautista Alberdi, Demetrio y Jacinto Peña, Carlos Tejedor, Vicente Fidel López, Juan María Gutiérrez, entre otros. Otros periódicos del momento fueron El Desengaño (1831) y El Semanario de Buenos Aires (1838). Si bien, estas publicaciones se autodefinían como apolíticas, realizaban mesuradas críticas al régimen temiendo posibles represalias. En las proto-provincias se publicaron El Estandarte Federal (1841-42), de Mendoza; El Federal Entrerriano (1842-51); El Monitor Federal (1842-44), de Tucumán; El Voto Santafecino (1847-49); El Zonda (1839), de San Juan dirigido por Domingo Sarmiento fustigó la política desarrollada por Rosas. El control comunicacional del rosismo provocó el exilio de algunos redactores, quienes continuaron tratando de mostrar las falencias del régimen desde publicaciones como El Grito Argentino, El Comercio del Plata de Montevideo y El Progreso, El Nacional, El Heraldo Argentino y El Mercurio, de Chile.
Durante este período, las ideas, debates, proyectos reflejados en las publicaciones trataron de ir conformando entre los lectores-oyentes redes de comunicación de contenidos, de promover una toma de postura, de generar argumentos, de construir imágenes del mundo para ser compartidos en el espacio público. Conformar una opinión pública —más elitista en la década del ’20 y más popular en la etapa rosista— que legitimara el poder político, que convalidara cierto proyecto de organización en el que esas proto-provincias —disgregadas y enfrentadas unas veces; conformando débiles alianzas, otras— pudieran integrarse a un esquema común, continuó siendo el gran desafío de los redactores-políticos, ya que muchos de quienes estuvieron a cargo de las publicaciones o escribieron para ellas, desempeñaban o aspiraban desempeñar cargos públicos. En esta etapa, periodismo y política mantuvieron una intrincada relación.
Hacia la organización del Estado Nacional: la prensa de los debates y la instrucción
Para finales de los 40´, la decadencia interna del rusismo, la revitalización de los movimientos por la autonomía en el interior, el resentimiento por el manejo centralizado que mantenía Buenos Aires, favorecieron las expectativas de cambio en el escenario rioplatense. Con la Batalla de Caseros, y el triunfo de Urquiza sobre Rosas, comenzaron los debates sobre el futuro del régimen político y especialmente sobre quiénes ejercerían los liderazgos políticos.
En esta fértil sociabilidad, la prensa mantenía su lugar privilegiado de formadora de opinión e instrumento de ilustración. A propósito decía Alberdi: “Hablar de la prensa es hablar de política, del gobierno, de la vida misma de la República Argentina, pues la prensa es su expresión, su agente, su órgano”(citado en Lettieri, 1999: 387-8). No bastaba con informar, sino que había que instruir adecuadamente. En consecuencia, el proceso de formación de opinión imperante en los cincuenta, recupera el de la época rivadaviana. Así la prensa constituía una parte nodal del sistema político argentino. No sólo por ser considerada parte central de la construcción nacional, del desarrollo republicano y de la configuración de una sociedad pretendidamente iluminada, sino que su función pedagógica venía a formar opinión pública.
En 1852, sale El Nacional. Periódico Comercial, Político y Literario. Viva la Confederación Argentina dirigido por el Dr. Dalmacio Vélez Sársfield como continuación de El Diario de la Tarde. Vivió cuarenta y un años, cerrando en 1893. Fue el primer diario de la tarde que publicó dos ediciones, una al mediodía y otra a las 14 hs. En sus columnas aparecieron tanto las Bases de Alberdi como las cartas que Sarmiento escribió contra Urquiza. Entre sus colaboradores se encontraban, Mitre, Vicente López, Miguel Cané, Pedro Echagüe, Avellaneda entre otros. Otros periódicos fueron: Los Debates, La Ilustración Argentina, El Centinela, La Tribuna.
En esta segunda parte del siglo, las publicaciones se ajustaban al género particular de la prensa política que tenía por objetivo participar en el debate político y publicitar los referentes que respaldaba. Su lógica de opinión lo hacía mantenerse lejos de los criterios informativos propios del periodismo moderno. No había grupo o actor social que no tuviera su órgano de difusión. En los años 60´y 70´, la mayoría de las publicaciones cimentaron su profusión en una compleja vinculación con dependencia financiera de los partidos o el Estado.
Aunque podía pensarse en un periodismo serio y culto y otro más popular, en general, los periódicos comenzaron a cambiar, en tanto sus páginas operaban como puerta de entrada de un público con poca instrucción, semianalfabeto y sin hábitos literarios. A las páginas de opinión, se añadían noticias varias, duelos, chismes, folletines.
Noticias de la Generación del 80´
Buenos Aires: capital de la República.
La ciudad de Buenos Aires ya es la capital de la República. El jefe del partido victorioso, Don Julio Argentino Roca, es presidente con el apoyo electoral de una liga de Gobernadores del Interior. Su gestión comenzó con la idea de profundizar las líneas de fortalecimiento del poder central iniciada por Mitre.
Las principales medidas tomadas
Roca, al igual que su sucesor, Juárez Celman, incursionaron en una serie de medidas como la Ley 1420 de educación laica, gratuita y obligatoria (1884), la de Registro Civil (de 1885) y la Ley de Matrimonio civil (de 1889). El periodismo creció al son de la organización nacional y el despegue demográfico. Para los últimos diez años del siglo XIX, se contaban unas 459 publicaciones.
Esto ocurrió entre 1910 y 1920
Breves de la década….
1900
El 31 de marzo Emilio Saporiti fundó en la Argentina la primera agencia de noticias de América y la sexta del mundo. Se trató de la Argentina de Saporiti.
El 1º de abril irrumpió el diario religioso El Pueblo, dirigido por José Sanguinetti. Este mismo año, el diplomático y político Carlos Pellegrini fundó el diario El País.
1901
Ese año se conoció el diario La Argentina
1902
El 14 de setiembre se fundó La Voz del Pueblo de Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires.
1903
En mayo apareció la revista Ideas, creada y dirigida por Manuel Gálvez. Colaboraron allí, José León Pagano, Roberto Payró, Alberto Gerchunoff, Julián Aguirre, Ricardo Rojas y José Ingenieros. Salió a lo largo de dos años.
1904
El 15 de marzo se leyó por primera vez en Córdoba, el diario La Voz del Interior, que aún sigue en circulación.
1905
En marzo comenzó su tirada el diario La Verdad, de la localidad bonaerense de Ayacucho, que aún permanece en el mercado. El 25 de mayo, Tomás Stegagnini creó el diario La Capital de Mar del Plata.
1907
Ese año, Alfredo Bianchi y Roberto Giusti fundaron la revista Nosotros, de la que editaron más de cuatrocientos números a lo largo de 36 años. Fue una expresión de la gente de letras que se basó en un “pensamiento universal en el que sobresalieron la línea democrática, ecléctica y americanista”.
1908
El 26 de julio se conoció el diario porteño La Voz Argentina.
1909
El 3 de julio se conoció la revista infantil Tit Bits.
El 4 de marzo, Gustavo Ageret fundó el diario El Liberal, de Corrientes.
1910
El 16 de mayo inició sus servicios la agencia de noticias Los Diarios, que distribuyó a sus clientes material recortado y clasificado de otros medios gráficos.
El 16 de noviembre apareció, por primera vez, el diario La Razón de Chivilcoy.
1911
El 6 de febrero se distribuyó El Argentino de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos.
1912
En enero salió la revista referida al transporte El Auto Argentino.
El 4 de agosto Alberto García Hamilton creó la Gaceta de Tucumán, que primero salió como Semanario.
En setiembre salió la revista Telegráfica, dedicada a la especialidad, y que fue dirigida por Domingo Arbó.
El 2 de diciembre en Misiones, apareció el diario La Tarde.
1913
Este año se editó por primera vez, la Revista de Ciencias Económicas y Angel Enrique Raffo publicó en Tucumán, Noticias.
1914
El 15 de mayo, Aníbal Vázquez redactó por primera vez El Diario de Paraná, Entre Ríos.
1915
El 1º de enero, nació el diario El Heraldo, de Concordia, provincia de Entre Ríos, y ese mismo día pero en el pueblo de San Francisco, Córdoba, se creó La Voz de San Justo. Ambos están todavía en actividad.
1918
El 7 de agosto se difundió El Litoral, de la provincia de Santa Fe, diario que todavía está en actividad.
1919
El 1º de octubre salieron el diario Nueva Era de Tandil, y la Fronda de Buenos Aires.
1920
El 18 de octubre, el diario La Nación presentó “Pequeñas delicias de la vida conyugal” de George Mc Manus, como la primera tira cómica diaria.
El inolvidable diario “Crítica”
Natalio Félix Botana Millares, un teniente de infantería del ejército uruguayo, militante del Partido Blanco, en su país, llegó exiliado a Buenos Aires y en 1913 dio comienzo a la que sería su obra máxima: el diario Crítica.
El 15 de setiembre de 1913, Botana publica el primer número del diario Crítica. Inicialmente planeado como diario del mediodía, es el único que llega a tener cinco ediciones diarias. Su intención era presentar un diario popular desde el lenguaje, evitar la solemnidad y hacer un diario para todos. Incluía no sólo una página permanente para el mundo obrero, sino que organizaba campañas de distribución gratuita de máquinas de coser. Botana era un personaje, para unos un santo, para otros un hampón.
“Con Crítica, Botana revolucionó el periodismo en la Argentina- dice el periodista, Andrés Bufali-. Estrenó títulos de tapa que eran verdaderos punchs al hígado, fotos enormes para las costumbres de la época y epígrafes más elocuentes. Con su estilo ágil y preciso, una mezcla de denuncia seria con el sensacionalismo más extremo…relatos de Borges y Arlt con los crímenes más sabrosos, artículos de cráneos extranjeros con el lunfardo más soez, de loas a gobiernos con campañas despiadadas en su contra. Era lo que anhelaba un país pacato, falaz y lleno de inmigrantes.”
El diario tenía de todo: fútbol, cables del exterior, política y policiales. Otra de las características era la gran cantidad de poetas y escritores que poblaban su redacción. Con su tirada de 300.000 ejemplares, confería alcance masivo a escritores cuyos libros no vendían más de mil copias.
En su suplemento reunía ensayos de Lugones, Groussac, Hernández o Lucio Mansilla.
El Mundo en sus manos
El 14 de mayo de 1928, sale el diario El Mundo, material ilustrado de la mañana, que sería en rigor, el primer tabloide porteño. El tabloide era un tamaño menor que el habitual hasta entonces; había surgido con el Daily News en los Estados Unidos, en 1908, con el propósito de que los lectores pudieran leer con comodidad en trenes y ómnibus. Constituía una arrasadora novedad y una alternativa al tamaño “sábana” impuesto por los principales diarios europeos a fines del siglo anterior. El escritor Alberto Gerchunoff sólo alcanzó a ocupar por un tiempo el puesto de director de El Mundo, pero fue el suficiente como para imprimirle al diario un sello de inteligencia. En 1929 cuando murió su fundador, Alberto Haynes, El Mundo ya había renovado el periodismo. Muzio Sáenz Peña integró su redacción con gente formada en Crítica, entre ellos, Roberto Arlt, que en este diario empezó a escribir sus famosas “Aguasfuertes porteñas”.
El Mundo ofrecía una alternativa al estilo de La Prensa, La Nación y La Razón, apostando al impacto periodístico y desafiando la solemnidad.
Por su formato práctico era el diario chico que se podía leer y extender en los medios de transporte.
Se vendía a 5 centavos, la mitad del precio de los otros.
Desde el principio influyó en lugares preponderantes, historietas que llegaron a ser muy populares, como “Quique, el niño pirata”.
Lo que dejó la Década Infame…
Desde una semana antes de la caída del gobierno del presidente Hipólito Irigoyen, a fines de agosto de 1930, muchos sectores reclamaban un cambio en el país. Frente a esto, ningún diario estuvo tan actualizado como Crítica. Ninguno estuvo tampoco, tan cerca del primer golpe de Estado militar en el siglo. Militares golpistas planearon en las instalaciones del diario, los detalles de la asonada, y el mismo 6 de setiembre una comitiva de civiles notables partió de Crítica hacia Campo de Mayo, proclamando a cada paso su apoyo al golpe en marcha con gritos como “¡Viva la Patria!, ¡Viva la Revolución!
El mismo día del golpe, las redacciones de los diarios oficialistas, La Época y La Calle, fueron saqueadas, al igual que la propia residencia particular de Irigoyen. El final estaba escrito.
El 5 de setiembre Crítica titula: “Carecemos prácticamente de gobierno”, mientras que en su editorial Botana se solivianta: “Esto se acabó, afirma, mientras que su frase final referida al presidente es “que renuncie”. La manera en que este diario y su propietario se asociaron a la asonada del 6 de setiembre deja al desnudo la forma en que el periodismo se involucró en la política, hasta el límite de llegar a desestabilizar un gobierno democrático. Sin duda, Crítica había ayudado a crear en la sociedad civil, un clima excesivamente adverso a Irigoyen. Félix Luna afirma que otros diarios como La Razón y la Nación también se sumaron con críticas directas y terribles al presidente de la Nación.
Poco tiempo después, con Uriburu como presidente de facto, más de cien diarios fueron clausurados. Entre ellos, el mismo que había apoyado el golpe: Crítica. Natalio Botana fue encarcelado, y más tarde, con Justo en el poder, el diario nuevamente vuelve a circular.
En los primeros años de la década del treinta, aparece Noticias Gráficas, un vespertino tabloide, propiedad de la familia Mitre, (dueños del diario La Nación) para competir con Crítica. Otra de las novedades de esos años, fue la revista Sur, iniciativa de un grupo de intelectuales entre los que se encontraba Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges.
Puede decirse que el periodismo en estos años, fue rico en innovaciones gracias a la creatividad de los propios escritores y dueños de los medios gráficos, como a los avances tecnológicos y a la misma influencia de la prensa extranjera. Sin embargo, los periodistas no eran reconocidos aún como profesionales plenos. “Recién en la década de 1960-decía Tomás Eloy Martínez-, el periodismo comenzó a vivirse como una profesión más digna.”
Los 40´: una década convulsionada
Entre cañones y periodismo, así se atraviesa media década del cuarenta. La Segunda Guerra comienza en 1939. Mientras esta duró, se agudizaron las dificultades para conseguir papel y casi todos los diarios se vieron obligados a disminuir la cantidad de páginas, a reducir sus tiradas. Es en ese momento cuando en los barrios se difunde entre los vecinos la costumbre de prestarse los diarios, trámite en el que, incluso, intervienen los canillitas.
Los medios presionaron para que la Argentina se apartara de una neutralidad demasiado parecida a una ambigüedad intolerable. El tema estaba en discusión. El 16 de diciembre de 1941, el presidente Ramón Castillo- que asumió el cargo por enfermedad de Roberto Ortiz- estableció el estado de sitio, y todas las garantías constitucionales, incluida la libertad de prensa, quedaron en vía muerta.
Desde los Estados Unidos, le habían exigido al presidente Castillo, el cese de la neutralidad, no fue sencillo para nadie, observar, demostrar, una posición equidistante. Muchos de los que no estaban cerca de ninguna de las dos fuerzas en pugna fueron acusados de nazis. Los nacionalistas nativos, cuyo ideario antiimperialista los hacía rechazar tanto lo inglés como los avances de Hitler, fueron estigmatizados como pro germanos.
Los grandes diarios fueron en general, aliadófilos, pero en los kioscos era posible conseguir numerosas publicaciones con simpatía por la causa germana.
El 26 de enero de 1944 Ramírez rompió relaciones con las potencias del Eje Alemania-Italia-Japón, pero recién el 27 de marzo de 1945, cuando faltaban menos de dos meses para que terminara el conflicto, el entonces presidente Edelmiro Farrell declaró la guerra.
Nace el diario Clarín…
El 28 de agosto de 1945, con la escena informativa claramente dominada por la posguerra, el periodista Roberto Jorge Noble, ex disidente del socialismo en la década del 20´ fundador del socialismo independiente, ex Ministro del interior del gobierno conservador de Manuel Fresco, sacó Clarín.
“Clarín no tiene vinculaciones ni compromisos con ninguna de las agrupaciones políticas tradicionales. Desde que es y será un diario informativo e independiente, no podrá tenerlas. El único y exclusivo compromiso que contrae es con la nación y consiste en reflejar exacta y objetivamente los hechos de la vida colectiva, analizarlos, juzgarlos a la luz de la verdad y de las conveniencias nacionales”, afirma su primer editorial.
Clarín salió a la calle con la idea de apoyar los cambios de un país tradicionalmente agrícola-ganadero que ahora aspiraba a hacerse fuerte en grandes, medianas y pequeñas empresas y a desarrollarse más dentro de fábricas que en el campo.
¿Por qué Clarín se transforma en un éxito?
Entre 1945 y 1950 las acciones e influencia del diario subieron tanto como sus ventas y su popularidad. Algunos de los elementos que lo diferenciaron de los otros diarios en esos años:
- Cada madrugada llegaba a los lugares de venta de Capital Federal antes que los otros matutinos.
- Apeló básicamente a los temas locales, y comenzó a darle fuerte importancia a secciones como “deportes” y “espectáculos”, que otros desechaban por considerarlas banales o populacheras.
- Sumó fama de independiente durante el primer gobierno de Perón. En 1948, lo clausuraron por unos días, por una fútil infracción de los reglamentos laborales. Tuvo que luchar con las mezquinas cuotas de papel que desde 1948 impuso el gobierno peronista.
- En un principio, el peronismo no controló excesivamente al diario porque no se le reconocía poder, pese a su circulación y ventas, permanentemente en alza.
Perón y los medios
Antes de la pueblada que le abriera las puertas del poder al coronel Perón, La Prensa, La Nación y El Mundo, entre los matutinos, y La Razón, Crítica y Noticias Gráficas, entre los vespertinos, mantenían una actitud hostil al gobierno del general Farrell y al hombre del día, el ascendiente coronel que de director de Trabajo y Previsión, se convertiría en líder del mayor movimiento de masas del siglo.
En su libro, “Perón y los medios de comunicación”, el periodista Pablo Sirvén deja al desnudo el pensamiento del líder justicialista: “La prensa no debe ponerse en contra del gobierno sugiriendo cambios o transformaciones fundamentales en las más altas esferas del poder, porque de ese modo, también ataca indirectamente a la libertad de expresión auspiciada por el partido”.
Cuando en 1946, llegó a la presidencia, Perón sólo contaba con un diario claramente identificado con su línea partidista: La Época. Cuando los militares lo derrocaron en 1955 manejaba una cadena (la sociedad ALEA) integrada por La Razón, Democracia, El Laborista, La Época y Noticias Gráficas, además de cinco diarios del interior.
En cambio, Clarín, La Nación y La Prensa, quedaron fuera de ese cerrojo comunicacional. En 1972, antes de su último regreso a la Argentina, Juan Domingo Perón reconoció este detalle, y aprovechó para reflexionar sobre el verdadero poder de los medios: “En 1955 cuando teníamos todos los medios a nuestro favor, los militares nos sacaron a puntapiés. Y en 1973, con todos los medios en contra, volvimos y ganamos las elecciones.”
En tensión permanente….
La tensa relación entre Perón y los medios tiene una larga historia. Entre 1943 y 1946 fueron prohibidas más de 110 publicaciones de todo el país por no aceptar las informaciones oficiales como las únicas que podían utilizarse. Algunas no salieron más, y otras optaron por la clandestinidad. Desde una firme posición, Perón opuso barreras concluyentes a la prensa opositora, y generó un vasto aparato de propaganda propia. Estaba absolutamente persuadido de que existían medios que representaban claramente a la oposición y a sectores claves de la oligarquía argentina, además de recibir aportes prebendarios de potencias extranjeras.
En 1950, por decreto presidencial, los medios escritos debían llevar todos los días una fajita con la frase: “Año del Libertador General San Martín”. Cuando por involuntario olvido, algún diario o revista omitía la mención, era inmediatamente clausurado. Esto les sucedió a más de setenta diarios pequeños y medianos de todo el país. Se pusieron en marcha diversas estrategias de ahogo, como la eliminación de la publicidad oficial, o la supresión de facilidades para enviar publicaciones por correo. Si nada de esto servía, el próximo paso era la intervención. Entre 1947 y 1951, el gobierno dispuso la compra o expropiación de numerosos medios de la Capital y del interior y los agrupó en una cadena llamada ALEA, que editaba más de cien diarios y revistas y todas las piezas de propaganda del partido peronista.
El 15 de julio de 1951, aparece Mundo Argentino, publicación quincenal de la que Perón y Evita son los dos primeros suscriptores. Este órgano de difusión de la Escuela Superior Peronista trae un lema que haría carrera: “Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista”. En esos años, la revista recogió buena parte de la comunicación verbal del partido.
Para Rogelio García Lupo, la tarea profesional en los años 50´ fue “nefasta, porque los diarios en cadena cumplían funciones cosméticas o escenográficas. Tenían cada vez más baja circulación y la concreta misión de ser diarios para tranquilizar al presidente. La liquidación de La Prensa en 1951, y la autocensura de Clarín y La Nación por el temor de que se repitiera con ellos lo que le había ocurrido a La Prensa.”.
Sin embargo, algunos medios de la época hicieron historia. Uno de ellos fue la revista Contorno. Se trataba de un grupo de intelectuales que a mitad de los años cincuenta, intentaba desde una mirada bastante neutral, comprender lo que sucedía con los imperialismos, preservar la identidad, y explicar ciertos fenómenos ligados al peronismo. Era presentada como una revista “denuncialista”, y al mismo tiempo representaba un punto de quiebre en la historia cultural argentina. Así también surgió el magazine Esto Es, como revista de información general, entretenimientos y crítica variada.
Hacia finales del segundo gobierno de Perón, hojas del periodismo católico que circulaban clandestinamente, exigían la inmediata destitución del gobierno y la excomunión del presidente. Algunos acontecimientos propiciaron esta fuerte separación entre Iglesia y gobierno. Entre 1954 y 1955 se establece la ley de divorcio vincular, se reforman aspectos del régimen legal sobre prostitución, se anulan varios feriados tradicionales religiosos, se modifica el régimen de instrucción religiosa en las escuelas oficiales. El 11 de junio de 1955, la tradicional procesión de Corpus Christi se convirtió en un masivo ataque hacia el presidente peronista.
El 16 de junio, tras varios hechos de violencia y enfrentamientos, unidades de la Marina y la Fuerza Aérea se sublevaron, y en pos de matar a Perón en la casa de Gobierno, atacaron a una indefensa población civil en el centro de Buenos Aires acribillando a trescientas personas. Cuando finalmente el golpe de Estado del 16 de setiembre de 1955 acabó con la era peronista, Perón y su gobierno manejaban desde la cadena ALEA 13 editoriales con 17 diarios y 10 revistas, 4 agencias informativas, más de 40 radios y el único canal de televisión. Ahí empezaría otra historia periodística: la de Perón en el exilio y la de la influencia que ejercería a distancia durante 18 años. Y también se iniciaría otra historia política, la de la llamada Revolución Libertadora, que repitió muchos de los procedimientos de censura y persecución que había instalado el peronismo, sólo que cambiando el signo de los opositores.
La acción de la Revolución Libertadora y los cambios al final de la década
La denominada “Revolución Libertadora” cree elaborar un antídoto contra el peronismo, y el 5 de marzo de 1956 saca un decreto que perfecciona una decisión anterior de prohibir toda alusión al peronismo de carácter proselitista, y la extiende a cualquier tipo de mención periodística. Frente a la censura, la prensa argentina deberá apelar a célebres artilugios para mencionar a Perón y al peronismo de manera indirecta.
A pesar de las restricciones, se producen grandes cambios en las formas de hacer periodismo, que no son del todo negativos. Se produce en diarios y revistas, una renovación generacional. Jóvenes que provienen del mundo universitario, se incorporan al periodismo para dar respuesta a la demanda de una mirada nueva, de información más precisa, más amplia, más cuidada y menos oficialista.
La preparación del periodista comienza a verse como un valor, lo que provoca resentimientos en las generaciones anteriores de cronistas. Son los escritores más jóvenes quienes se animan a desafiar la dicotomía peronismo-antiperonismo.
El 23 de febrero de 1958 el pueblo argentino vuelve a votar. Arturo Frondizi es elegido presidente con el peronismo todavía proscripto. Como en otras épocas, este gobierno también tuvo su diario, se llamó El Nacional, y fue un proyecto puramente frondicista. La revista Qué conducida por Rogelio Frigerio, fue otro medio de apoyo, aunque terminó en abril de 1959 justo con un claro crecimiento de la oposición a Frondizi desde diversos sectores tanto de derecha como de izquierda.
Noticias de los años 60´
Y ahora el público puede elegir….
Principios de los sesenta. La opinión pública es fuerte. La sociedad puede elegir entre los matutinos Clarín, La Prensa, La Nación, El Mundo y Democracia y los vespertinos Crítica, Noticias Gráficas, Correo de la Tarde y La Razón. Es un período de gran renovación en el periodismo argentino, inspirado en el estilo de diarios americanos como Time. Los semanarios Che y Usted, fueron dos medios gráficos que aplicaron los conceptos de Time. Pero, ¿cuáles eran estos nuevos lineamientos y estilos? Se trataba de publicaciones con un alto contenido político y cultural, donde los debates estaban a la orden del día. Iban más allá de la información superficial, y completaban lo que los medios diarios no tenían. Explicaban los hechos de forma crítica y llamaban a las cosas por su nombre. Utilizaban mayor cantidad de fuentes e incorporaron un lenguaje más rico y audaz. Se trataba de informar sin tapujos…
El 30 de mayo de 1962 fue destituido el presidente Arturo Frondizi. Su lugar lo ocupó José María Guido, por entonces presidente previsional del Senado. La pelea institucional, sumada a los planteos militares y los intentos de golpes, además de los propios gobiernos a cargo de militares, tuvo numerosas repercusiones en la prensa. En setiembre de 1962, bandos enfrentados del Ejército, públicamente conocidos como “azules y colorados”, se habían apuntado mutuamente los cañones, sumando un nuevo encono a esta sociedad. A pesar de los sobresaltos y tal vez como consecuencia de ello, surgen más publicaciones que revelan el afán del periodismo por tratar no sólo de mostrar la realidad, sino también de comprenderla y explicarla. Primera Plana, nace como una revista moderna y atractiva, a la que ningún tema le resultaba distante. Su director Jacobo Timerman, mostró un estilo provocador de abordaje de la actualidad, dictó juicios, impuso modas, consiguió anunciantes y sobre todo se preocupó por estar al tanto de lo mejor del periodismo europeo y estadounidense. Al tiempo que reclutó periodistas jóvenes y brillantes.
Una ola de renovación acompañó al periodismo en estos años. La literatura, el lenguaje menos técnico y más emocional, fueron parte de los cambios. Los periodistas comenzaban a elegir estar, no tanto en sus escritorios sino en aquellos lugares donde pasaban las cosas.
El diario Crónica y la revista Gente
El vespertino Crónica, aparece como otro ejemplar de diario que se proponía mostrar la realidad crudamente, aún de manera más sensacional que sus colegas, casi tanto como el diario Crítica, con titulares llamativos y temas espectaculares y espectacularizados. Su director, Héctor Ricardo García sabía lo que buscaba.
Ya en 1964, las revistas anunciaban lo que sería mucho después el periodismo de provocación en la década del noventa. El descubrimiento de personajes, los temas cotidianos, lo insólito y la farándula. En julio de 1965 aparece la revista Gente. Se trataba de una revista semanal que cubría lo que sucedía en la calle, tal como lo había aconsejado el nuevo periodismo norteamericano. Fotos de famosos y sus vidas privadas llevadas a la esfera pública. Coberturas de programas, viajes, cuerpos casi desnudos, casamientos y eventos de variada repercusión desfilaron por las páginas de este semanario. La clave sería: una nota liviana al lado de una impresionante. Mezcla de temas serios con muestras de fuerte frivolidad. Grandes fotografías y textos escritos en primera persona. Esto era Gente. Un estilo que se mantuvo con el tiempo, a pesar de los cambios operados en la prensa y en la sociedad misma.
Medios y política: relaciones conflictivas
En 1966, el clima político estaba enrarecido. Las críticas al gobierno de Arturo Illia iban en continuo crecimiento. Variados medios se dedicaban a desacreditar cuanto podían a la administración radical. Y muchos de los titulares anunciaban unos de forma más directa y otros no tanto, un posible golpe militar. Esta cuestión elevó el interés del público por la compra de diarios y revistas.
Ese mismo año, ya con Onganía en el poder, se iniciaba el ensayo general de lo que sería la relación entre medios y poder y de lo que el país viviría a partir de 1976. El nuevo régimen militar produjo dos grandes víctimas: el movimiento social y económico nucleado alrededor del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la universidad, antes todavía de la represión a las costumbres, la ilegalización de partidos políticos y la liberalización a ultranza de la economía. Para el periodismo, esos años no fueron fáciles, no sólo por la censura, sino porque el de prensa fue uno de los gremios intervenidos durante esa dictadura militar.
Los años de plomo…
Breves de la década
1970
Aparece en Merlo, San Luis, el diario Los Principios
1972
El 15 de marzo la agencia Diarios y Noticias (DyN) emitió su primer despacho informativo.
1973
El 11 de setiembre se constituyó la agencia informativa Noticias Argentinas. (NA).
1974
Nace Diario Popular, que compite por los mismos lectores con Crónica
1975
Aparece el primer número de la revista bimestral Prensa Económica
1976: Tristes páginas de una historia
Desde los primeros días de la larga dictadura militar, los editores y directores de diarios y revistas fueron informados por los militares acerca de qué era lo que se esperaba de ellos en la nueva etapa.
Recordemos el famoso comunicado 19 de la Junta Militar: “Será reprimido con reclusión de hasta diez años el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las Fuerzas Armadas, de seguridad o policiales.”
Todo el periodismo sabía que más allá de las sumisiones a que se verían obligados, al colaboracionismo y “buena letra” con la que muchos actuaron desde el primer día del golpe, una sola cosa era segura: la democracia había perdido una batalla. Aunque no había perdido la guerra, ya que a pesar de los oscuros días vividos hasta 1983, a partir de ese año, con tropiezos, errores y dificultades, el país recuperaría libertades, entre ellas, la de expresión.
La primera clausura de un medio se produjo en Salta: a 48 hs del golpe, la intervención militar clausuró por 24 hs al diario El Intransigente a causa de una caricatura humorística que fue considerada “como menoscabo de la autoridad militar”.
En noviembre, el diario La Opinión hace público lo que al menos en el ambiente periodístico era un drama de todos los días; la lista de temas sobre los que estaba prohibido dar información: hechos subversivos, bajas en las Fuerzas Armadas, acciones de la policía. En ese mismo mes, la Cámara de representantes de los Estados Unidos, examinaba con testigos argentinos la situación de los derechos humanos en el país.
En 1977, el almirante Massera se permitía decir cosas como éstas:
“La Revolución que sufren los medios masivos de difusión, es naturalmente subversiva. Pero esto no es necesariamente malo, siempre que cuidemos de que no se le sume la otra subversión, la que sólo es destructiva, la que sólo quiere arrasar con todo lo que amamos, sin proponer nada positivo en cambio. Los periodistas que generan el mensaje que los medios masivos de comunicación depositan en la mente y el corazón de toda la ciudadanía, tienen responsabilidad en el éxito o en el infortunio que nos sobrevenga.”
El Campeonato Mundial de Fútbol disputado en el invierno de 1978 ocupó antes y buen tiempo después la cabeza de los argentinos. Aquí y afuera, muchos pensaban que un triunfo de la selección argentina- cosa que finalmente ocurrió- sería la contraseña para que los dictadores se instalaran con comodidad y por muchos años en el poder. En rigor, el torneo fue para los medios y para el poder, mostrar que aquí se vivía en paz y que nada de lo que decían los medios extranjeros era cierto, sino una campaña de desprestigio de alcance internacional. El tema fue cubierto sin fisuras por la prensa local, que encontró además una buena veta para aumentar las ventas.
En otros temas, ya no relacionados con el fútbol, la dictadura no sólo ejerció censura directa, sino que obligó a decir cosas sin que fuera demasiado evidente. El estilo era tratar de decir lo que no se podía decir… Recién en 1979, cuando vino la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, esa visita permitió a muchos periodistas escribir sobre los desaparecidos.
Esto también sucedió…
1976
El 24 de setiembre, Editorial Atlántida lanzó al mercado el semanario político Somos, que cerró el 22 de diciembre de 1993 con su edición número 900.
El 3 de noviembre apareció la revista La Semana, de Editorial Perfil. En noviembre de 1976, el escritor Jorge Asís y redactor de Clarín recibió de Marcos Cytrinblum el encargo de escribir una columna, a la manera de las aguafuertes porteñas de Roberto Arlt. El escritor comenzó a hacerlo con singular éxito y con el seudónimo de “Oberdán Rocamora”.
1977
El 5 de octubre las madres de Plaza de Mayo (que todavía no se llamaban así) lograron publicar la primera solicitada pidiendo por los desaparecidos bajo el título “No pedimos más que la verdad”. Ocupó media página del diario La Prensa y la firmaron 237 parientes de los secuestrados por la Junta Militar.
1978
El 3 de abril, sectores vinculados con el entonces jefe de la Marina, Emilio Massera, sacaron el diario Convicción, con el objetivo de apuntalar y difundir las pretensiones presidenciales del marino.
El 7 de junio se lanzó la versión argentina de la revista Playboy, de cuya edición en el país se encargó la Editorial Perfil.
La profesora universitaria Beatriz Sarlo comenzó la publicación de la revista cultural Punto de Vista
Salió la revista infantil Humi, que compitió con Billiken y Anteojito.
Los ochenta: con la democracia, ¿nuevos vientos?
En los años 80´, la tradicional impresión de los diarios llamada “en caliente” porque se hacía con plomo fundido, había sido reemplazada por la impresión “en frío”. Las linotipos dejaron su histórico sitio a los sistemas computados y los modos artesanales de componer el diario, casi línea por línea, dieron paso a sofisticados métodos digitales.
Una de las primeras publicaciones cuya gráfica estaba inspirada (aunque no realizada) en los módulos de computación, fue Semanario, de Perfil. Así se iniciaba una época de lectura fragmentada, cultura de catálogo y zapping.
El Porteño fue una revista cultural acorde con la época. Una publicación independiente, sin limitaciones y con un lenguaje abierto, no censurado. El Porteño, instaló temas como el de los aborígenes, estableció lazos entre cultura y política y generó debates sobre derechos humanos o posmodernidad.
Esta publicación fue un ejemplo de lo que podía pensarse como el inicio de una etapa de mayor libertad de expresión en la transición a la democracia. Sin embargo, la actuación de la prensa durante la guerra de Malvinas, dejó ver que el periodismo aún seguía bajo el ala de la dictadura.
Guerra sucia, guerra fría: ¿verdad o verosimilitud?
El 2 de abril de 1982, los argentinos leyeron en los diarios titulares increíbles: “tropas argentinas desembarcan en Malvinas”, informaba Clarín. A partir del inicio del conflicto armado, el 1º de marzo de 1982, la manipulación e intercepción de la información fue total.
Los periodistas extranjeros fueron enviados a Buenos Aires, y los que quedaron en territorio de guerra, fueron controlados permanentemente por las fuerzas militares. Sólo se les dejaba a mano aquello que podía ser publicable.
Pérez Andrade comentó: -“La verdad es que nosotros sólo podíamos contar victorias que no había, y no se nos permitía informar sobre las bajas.” Los titulares se repetían en los distintos medios: “Vamos a ganar la batalla”, “Le dimos”, “Volamos sobre la flota enemiga”. La prensa sólo podía hablar de una victoria final argentina.
Lo cierto es que cuando no había fotos, se trucaban. En la propia Escuela de Mecánica de la Armada, se montaron escenas que se hicieron ver como si fueran imágenes tomadas en Malvinas. El objetivo principal era distraer, no informar.
Un titular triunfal de la revista Gente quedó como ejemplo paradigmático de la manipulación mediática. “Estamos ganando”, fue una frase que se repitió hasta el cansancio en varias páginas además de la misma tapa. De todas formas, no fue algo generalizado. Muchos medios gráficos se mantuvieron al margen, y trataron de ser lo más objetivos posibles.
Testigos de los años 80´
“Es la peor década que recuerdo en el periodismo, porque las voces democráticas e independientes, podían tener problemas tanto con la subversión como con la represión. El tiro podía venir de cualquier lado.” ( José Claudio Escribano)
“Nos equivocamos en la época del Proceso por haber sido poco profundos con la información (Aníbal Vigil, 1983)
“Hubo de todo…desde la obsecuencia hasta un silencio digno, desde el abierto apoyo hasta una oposición entre líneas; desde la aceptación resignada hasta un simple y drástico cambio de ocupación”. (Luis Gregorich)
“Sobre el Proceso, el periodismo no ha hecho todavía su mea culpa. Se lo hemos pedido a la Iglesia, a los militares, y no se lo hemos pedido al periodismo. Salvo raras excepciones, unos pocos cumplieron el noble deber. Es posible que no supiésemos del todo, o nos negásemos a ver la dimensión de la tragedia. No hicimos, y yo me incluyo, todo lo que podíamos haber hecho.” (Héctor D´Amico).
De los 7 años que duró la dictadura militar, el saldo para el periodismo fue de censura, destrucción y pena. Publicaciones clausuradas, editoriales enteras arrasadas, despidos, brutal desmejoría en las condiciones de trabajo, amenazas, atentados con bombas, altísimo nivel de censura oficial y autocensura, más de cien periodistas presos, torturados en la mayoría de los casos, exiliados, asesinados y un centenar de desaparecidos hacen del gremio de prensa, uno de los más perseguidos por la represión. La estadística de UTPBA consigna que en los primeros tres años de gobierno militar hubo 87 periodistas desaparecidos: 45 en 1976, 31 en 1977 y 11 en 1978. La última desaparición data de 1980 y es la de una reportera norteamericana radicada en el país, llamada Toni Agattina Motta.
Entre los desaparecidos figuran poetas, sociólogos, cineastas, corresponsales extranjeros, obreros gráficos y numerosos profesionales, que por alguna razón, estaban en ese momento cercanos a una redacción.
Con la democracia se come, se vive, se educa….
El 30 de octubre de 1983, con el 52 por ciento de los votos, el radicalismo con Raúl Alfonsín a la cabeza, alcanza la presidencia de la Nación. El título de Clarín, al día siguiente de las elecciones fue: “Llegamos”. Lo que hasta ese momento parecía tan lejano, las elecciones, la democracia, ahora se hacia realidad.
Como había ocurrido hacía unos años en España, en nuestro país se vino el “destape”. Todos empezaron a hablar…agentes de información, militares, políticos, ciudadanos del común, periodistas.
Se abogaba por una nueva prensa, para un nuevo país. “La prensa ha sido tan víctima del fracaso de los proyectos del país que se fueron sucediendo a lo largo de décadas, como ha sido su cómplice”, analizaba el periodista Mario Diament, desde los Estados Unidos como corresponsal de Siete Días. Reclamaba la ampliación de la independencia, la libertad, para que se consolidara la democracia y el periodismo expresara todo en el mejor lenguaje para la comunicación. Aunque sabía que no iba a ser fácil.
Si bien la llegada de la democracia parecía dejar atrás una colección de múltiples restricciones, los siguientes años de la prensa escrita no serían precisamente felices. Se había avanzado mucho en el terreno de la libertad de expresión, pero los recortes empezaron a ser cada vez más dramáticos: desaparición de medios, reducción de páginas, desabastecimiento de papel prensa, disminución de la inversión publicitaria, descenso de las ventas, graves conflictos gremiales, desocupación.
Pero no todo fue gris. Muchos nuevos medios surgieron con la democracia. A comienzos de 1987, en una encuesta realizada por la empresa Multimedios y Marketing, se le preguntó al público lector de diarios y revistas qué esperaba del periodismo, por qué se informaba y cuál era el valor que le daba a la libertad de prensa. Con respecto a lo último, el 94,7 por ciento de los entrevistados la consideró fundamental para el crecimiento del sistema democrático, en tanto que 67,9 por ciento opinó que la crítica que los medios les hacían a los funcionarios contribuía a la mejor información del ciudadano, pero también a una acción de gobierno más eficaz.
En cuanto al presidente Raúl Alfonsín, se podría afirmar que mientras duró su gobierno, no mantuvo con la prensa una relación estable, tranquila. Más bien predominó la desconfianza, el recelo, la idea de que existían medios que eran amigos, y, en especial, muchos medios y periodistas enemigos. Si bien es cierto que algunas importantes empresas periodísticas hostigaban al gobierno con el propósito de forzar la derogación de las trabas que impedían a propietarios de medios gráficos adquirir medios electrónicos, también es cierto que cada sector interno del partido radical sentía que tenía algo para aportar en el manejo de la difusión.
La llegada de Página/12.
El 26 de mayo de 1987, apareció el primer número de Página/12. En un clima político complicado por las acechanzas propias de cualquier etapa de transición, con Alfonsín expuesto a una situación económica crítica y a asonadas como la que en la Semana Santa le habían planteado militares nacionalistas, aparecía un diario distinto. Como varios de los números habían tenido12 páginas, alguien planteó desde la obviedad: ¿Y si le ponemos Página/12?
Este diario ofreció de entrada costados diferentes, como información sobre grupos minoritarios e influyentes en la sociedad; con buen criterio, recuperó la importancia de dos secciones poco a poco relegadas en otros medios: educación y universidad. También incluyó en sus análisis permanentes el análisis y marcha de asuntos como Justicia, militares y corrupción en el mundo político.
Más allá de los importantes aportes de este nuevo medio, muchos otros, se dedicaron también a recuperar la palabra. El acercamiento del mundo de la gráfica a la televisión y a la radio, provocaría un cambio profundo en la búsqueda y distribución de noticias, en la forma de presentar la información, en la veloz y creciente modernización de los sistemas de producción, en la a veces exacerbada competencia y en las relaciones entre los poderes y los medios, que se volverían cada vez más fuertes y sorprendentes en los años iniciales de la década del 90´.
Famosos años 90´: la actualidad por “casos”.
Muchos cambios se producen en la década del noventa. La privatización de canales y radios, a los que debe sumársele una serie de cambios tecnológicos, que van desde la difusión de la computadora hasta el mejoramiento evidente de los servicios telefónicos a partir de su privatización. Las empresas descubrieron lo que se llamó “el negocio de la verdad”. Crece la influencia del periodismo y se multiplica la competencia para ver quién denuncia más, mejor y primero. La prensa tuvo que aprender a defender a los ciudadanos más que a los gobiernos. Y desde el poder se dividió al periodismo entre amigos y enemigos…
El periodismo se convirtió en denunciante, representativo de la voluntad social, y tan creíble que la sociedad le demandó y esperó de él cosas que correspondía resolver a los poderes judicial y legislativo.
Al convertir a los titulares de un diario o a una nota en acusaciones, sentencias o denuncias, un medio podía construir o destruir una reputación. El periodismo ocupó espacios que instituciones intermedias en crisis (partidos políticos, centrales sindicales, Iglesia) dejaron de ocupar. Los medios se convirtieron en un espacio público equivalente a la política.
Noticias en el siglo XXI
Los Siglos XX y XXI serán reconocidos, sin duda, como la era de la información. Los avances tecnológicos en las formas de distribución y procesamiento de la información, su valor central para la toma de decisiones en la vida moderna y las transformaciones sociales y económicas que han tenido lugar en las últimas décadas, marcan la aparición de un nuevo contexto social en el que las personas y las instituciones dependen cada vez más de la información y la comunicación para decidir y actuar en cualquier actividad.
La información es, sin duda, un bien social que coloca a quien la posee en una posición de privilegio respecto de quien se mantiene al margen de ella. Estar “bien informado” es esencial (aunque no definitorio) para comprender, tomar decisiones y participar en todos los ámbitos de la vida moderna.
La pluralidad de los medios de comunicación, que construyen el espacio público y la agenda de la sociedad (los temas sobre los que la sociedad habla y debate), es hoy indispensable en un sistema democrático. Este principio, sobre el que hoy coinciden todos los países del mundo, ha sido, sin embargo, resultado de un largo proceso histórico. En 1789, la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre daba los primeros pasos al reconocer el derecho fundamental a la libre expresión. Casi dos siglos más tarde la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1948, daba el paso final al agregar el derecho a ser informado.
De esta manera, ya en el siglo XXI, los medios de comunicación encuentran un lugar fundamental en la sociedad. El rápido reconocimiento social a su papel en la construcción de una ciudadanía democrática y su creciente y gradual incidencia en la construcción de la agenda pública llevaron a Estados y comunidades a equipararlos en importancia a los tres poderes constitucionales que ya existían.
Los medios de comunicación se constituyeron, entonces, en el cuarto poder, jerarquizando su legitimidad y responsabilidad junto al Legislativo, al Ejecutivo y al Judicial.
Algunas cuestiones claves del nuevo siglo:
.Profesionalización del periodismo
.Cambios tecnológicos
.Creación de Holdings
.Medios digitales
.Medios como servicios
.Periodismo ciudadano
Con la vuelta a la democracia en 1983, comienza a gestarse un proceso de profesionalización en el periodismo. Se trata de un importante recambio generacional, que traerá al mismo tiempo, transformaciones a nivel de producción y estilo.
En cuanto a los medios de comunicación, se hace evidente la existencia de grupos, empresas como Clarín, que reconocen ser lo que hoy conocemos como “multimedios” o “monopolio”. La acepción más moderna, es Holding. Esta palabra alude básicamente a una empresa que tiene en sus manos diversos medios de comunicación y vinculaciones con otras áreas de interés, no necesariamente ligadas con el negocio de la comunicación.
En los últimos años, el periodismo ha cambiado tanto que ahora rige en la lectura un efecto similar al zapping. El nuevo lector-usuario tiene independencia para moverse en diversos medios, a través de lecturas no lineales, desordenadas e interactivas. Para muchos, el futuro del periodismo es incierto. El periodista ciudadano está en plena competencia con los profesionales, ya que se ha convertido también él, en productor de noticias. Aunque los análisis específicos sobre determinadas cuestiones son obra de un artesano de la información, bien preparado para eso como es el periodista profesional. De todas formas, es cada vez mayor, el número de lectores que eligen los medios digitales. La palabra impresa no ha muerto, pero es posible que dejen pronto de existir las marcas periodísticas meramente impresas. Es necesario que la prensa adopte una estrategia de soportes múltiples. No basta con colocar el diario en Internet. A la prensa le resulta necesario pensar en términos de papel, Internet, difusión, y/o cualquier otra vía de distribución que pudiera surgir en el futuro. El mundo analógico ha desaparecido casi por completo y la difusión digital seguirá aumentando a medida que se ensanchen las autopistas de la información. En las redacciones electrónicas, ya no hay especialistas. Los redactores no sólo escriben noticias, sino que procesan también materiales de audio, video, fotografía digital. El éxito de una marca periodística no sólo depende del contenido sino también, de un buen marketing.
Vivimos una etapa de transición. El presente busca futuros…pero el futuro es aún incierto.
Etiquetas:
Historia del periodismo en Argentina
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